lunes, 24 de marzo de 2008

El Aberri Eguna de uno y el de todos


Cerca en el tiempo pero lejos en los hechos quedan los años en que el PNV aprovechaba el Aberri Eguna para exhibir su perfil más abertzale, generalmente de modo ciertamente impúdico y contradictorio con su praxis diaria. Las proclamas soberanistas o directamente independentistas de líderes como Xabier Arzalluz acaparaban titulares. En realidad, eso y no otra cosa es lo que corresponde a tal conmemoración. Salvando todas las distancias, los españoles exaltan su identidad nacional, su soberanía, su territorialidad, su lengua, su bandera y su historia el 12 de octubre, y otro tanto hacen los franceses el 14 de julio.
Por eso no deja de llamar la atención que el PNV de Iñigo Urkullu eligiera precisamente la fecha de ayer para oficializar su oferta de acuerdo al PSOE. Una propuesta que se formula como propuesta de consenso entre Euskadi -que no Euskal Herria- y el Estado español, pero que en realidad no constituye más que una prolongación de los pactos históricos entre dos partidos concretos. Dos partidos que se necesitan y se apoyan mutuamente para apuntalar el actual estatus una vez remozado, siguiendo la vieja técnica del «cambiar algo para que todo siga igual». Una fórmula en la que la reivindicación del derecho a decidir, asumida con claridad por la mayoría de la ciudadanía vasca e incluso a veces de forma dialéctica por el propio PSE, queda reducida a categoría de adorno. Una fórmula que deja al margen la opción de la independencia, lo que significa a todas luces prolongar el veto actual. Y una fórmula que sigue manteniendo troceada a Euskal Herria.
Mientras tanto, la esencia del Aberri Eguna se mantuvo intacta en un escenario significativo, rompiendo la muga entre Irun y Hendaia, y reivindicando con claridad lo que siempre se ha demandado en este día: que Euskal Herria es un país, que lo forman siete territorios y que debe ser soberano para decidir qué quiere ser.
El PNV no sólo lo celebró a su manera, sino también en solitario. El Foro de Debate Nacional, por contra, reunió a abertzales de diferentes sensibilidades. Es otro dato significativo, y también esperanzador.

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